sábado, 10 de septiembre de 2011

11-S: Una década que cambió el mundo

Era un martes, de buen tiempo en Asturias, como en muchos días de septiembre, serian las 14:45 aproximadamente cuando en TVE cortaban la transmisión para enseñarnos que una avioneta, es lo que en un principio se imaginaba, se había estrellado en una de las Torres Gemelas de Nueva York, lo que no imaginábamos era lo que se vería a continuación, un atentado, una masacre retransmitido en directo para todo el mundo. Un hecho histórico que cambiaría las relaciones internacionales.

No pretendo hacer un relato de lo que pasó aquel día, es bien sabido por todos, sino mas bien de lo que a mi juicio son las consecuencias de semejante atrocidad, ya que lo sucedido dio un vuelco en las relaciones internacionales de muchos países occidentales respecto al mundo árabe especialmente.

Estados Unidos, país que siempre ha permanecido en un punto de guerra latente y constante, gran parte de la historia ha participado en guerras ya fuesen internas o exteriores, encontró un nuevo filón para su industria bélica, muy influyente entre los miembros del Partido Republicano a la hora de ser valorada y tenida en cuenta en la toma de decisiones del Gobierno estadounidense. No iba a ser menos con un republicano como George W. Bush al frente del gobierno. La industria bélica de los EEUU exigió culpables y venganza y así obró el gobierno señalando al mundo árabe e iniciando una guerra contra el terrorismo a escala mundial, una guerra contra un enemigo desconocido ya que no era un país, una región…sino un movimiento localizable en múltiples entornos y de formas muy diversas.

El primer paso fue la invasión de Afganistán, vigente hoy día bajo el abrigo de la ONU, con la creencia de que en aquellas tierras se localizaba la cúpula de Al-Qaeda, movimiento terrorista liderado por el recientemente asesinado Osama Bin Laden (por el Ejercito de los EEUU) quien apuntaba hacia el país norteamericano como su gran enemigo y organización que se erigió como la impulsora del ataque al World Trade Center.

La comunidad internacional entendió en ese momento que Estados Unidos estaba en su derecho de clamar venganza por las muertes ocasionadas por el brutal ataque pero jamás valoró las consecuencias que eso traería a posteriori en especial cuando no se cumplían las expectativas deseadas en Afganistán se decidió la invasión de Irak como segundo país impulsor del terrorismo de corte islámico, pero esta decisión ya era al margen de la ONU y fue una decisión unilateral de tres países (Estados Unidos, Gran Bretaña y España), los tres países que en los últimos 10 años han sido castigados por el terrorismo islámico desde entonces.

Todo lo acontecido en términos de política internacional ha venido derivado de aquellas decisiones en 2001 y 2003 llegando incluso a ir en contra de organizaciones internacionales como la ONU e incluso un gran número de socios de la OTAN no estaban de acuerdo con la intervención en Irak.

El mundo actual, en sus relaciones dicta mucho de lo que habría sido sin los atentados del 11-S, el alza del petróleo derivada de la invasión de Irak, el aumento del gasto en defensa y armamento por parte de los países intervinientes, se alejan mucho de la situación de paz general que reinaba en aquel entonces y sobretodo el mundo occidental veía insignificante al mundo árabe, únicamente preocupaba la situación de los territorios palestinos e israelíes como posible fuente de conflicto en la zona.

Tal vez, la forma de responder al ataque terrorista debería haber sido otro, muchísimo menos bélico y haber utilizado la diplomacia como arma frente al terror, lo cual nos habría ahorrado muchísimas muertes civiles y de militares, que Al Qaeda contase con campamentos de entrenamiento en Afganistán o Irak, no deja de ser consecuencia del mal funcionamiento del gobierno en esos territorios y que para su subsistencia aceptaban la presencia de terroristas a cambio de una mayor seguridad en el país. Una intervención civilizada, apoyando el desarrollo tanto económico como social y democrático de estos países habría ayudado enormemente a una menor presencia de terroristas en la zona, a una perdida de influencia de Bin Laden sobre los gobiernos árabes, y a una mayor paz mundial.

Lamentablemente, es más fácil para algunos hacer uso de la fuerza bruta que la fuerza de la palabra y la razón. Ideas como la Alianza de Civilizaciones impulsada por el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, son el vivo ejemplo de que otra praxis internacional es posible y que si entre todos llegamos a acuerdos, cada uno con su cultura y creencias, el mundo sería muchísimo mejor de lo que aquellos que prefieren el uso de las bombas y los fusiles.

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